5 diciembre 2024
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Construir, como una necesidad, como una consecuencia de lo natural, es poner en valor nuestras capacidades resolutivas. Quizás me cuestionen por hablar del pasado en general, como algo que fue mejor, sin embargo pienso que no fue ni mejor, ni peor, fue distinto.

Surge del deseo de rescatar valores pragmáticos, estructurales, que hablan de la vivienda como un factor de dignidad en términos muy diferentes a los actuales.

En este número damos una miradita, acotada, sencilla, a la construcción. Todo un tema en las agendas sociopolíticas actuales.

¿Qué construir? ¿Cómo? ¿Dónde y cuál es la rentabilidad?

Tanto en la antigüedad, como en sociedades más modernas, cuando un joven alcanzaba la edad de abandonar su casa, el primer desafío era demostrar a sus pares sus virtudes, habilidades y la capacidad de construir un nuevo hogar donde cobijar y sostener la familia.

En tiempos pasados, utilizando la fuerza y la destreza, se manipulaban distintos elementos provistos por la naturaleza, capaces de resistir las más bravas inclemencias del tiempo. Así fuimos pasando del horno de barro y sal, al microondas, de la pared de “chorizo” (elaborada con barro y ramas) al ladrillo, al cemento y a sorprendentes aleaciones que apuntan a una mayor comodidad y rapidez.

Pero la diferencia global en ambas puntas radica en la acción e impronta de cada individuo. Antes se compartían conceptos y saberes para lograr seguridad y confort en el diseño de la construcción, fuera un rancho de barro, casas con paredes de abobe, piedra o madera; era un trabajo en familia, del cual se desprendía uno de los tantos rituales, como descorchar un vino, u ofrecer un asado cuando se techaba la casa. Hoy ese rito no es más que un cheque por el costo de lo construido.

Las cosas han cambiado a tal punto, que ya no es negocio para nadie levantar paredes con el “sudor de la frente”. Es más práctico y hasta cómodo para una familia, trabajar para que otro se ocupe de los quehaceres y pormenores de la construcción, y aunque quisiéramos, el enmarañado sistema en el que estamos inmersos solo nos permite; Experimentar en este rubro nuestras propias sensaciones a través de los profesionales, de quienes esperamos interpreten nuestros sueños y necesidades, corriendo el riesgo de no obtener lo que queremos…

“La calidez de un hogar”, lo que es fácil de alcanzar pero difícil de mantener si no nos atrevemos a meternos en el tema y compartirlo, justamente en familia… porque de eso se trata..