23 noviembre 2024

Carta de la Directora

Por: Gladis R. Garcia Directora

Reflexionando sobre la importancia de sostener la esperanza, como lo último que se pierde, tiene casi las mismas connotaciones de la editorial publicada allá por el año dos mil ocho, donde “el dulce y la fantasía” resultaban más atractivos que el esfuerzo y la exigencia personal para la construcción de emprendimientos personales, con y sin ayuda del estado en muchos casos.
Desde aquel entonces tanto pymes como, pequeñas y medianas empresas que aun siguen en pie, tal vez, sostenidos por el orgullo y la satisfacción personal de haberse superado a costa de mucho esfuerzo y algunas restricciones. Hoy la catarsis está en la agenda diaria para no perder el equilibrio de lo conquistado y poder ver la luz al final del túnel.
Trece años atrás departíamos en esta misma mesa sobre las problemáticas del campo, la industria, el comercio y las economías regionales, hoy sigue teniendo vigencia lo dicho; “cuando la cosecha anual se pierde, ya sea por una contingencia climática ó la baja en los precios de los mercado, la paciencia y la esperanza dejan de ser quimera y se vuelven una necesidad que urge resolver.”
Sin bien el pesimismo en nuestra mirada no nos representa, si nos ocupa y preocupa en el banco de una mayoría popular que día a día se pregunta…“¿Cómo hacemos: para seguir produciendo, aportando al fisco, manteniendo; el trabajo, el empleo, la producción, el comercio etc.…?”; en este vaivén de obstáculos para seguir produciendo , sosteniendo y generando trabajo en un país que alguna fue el granero del mundo, En una tierra tan generosa desde Salta hasta Ushuaia, cuando el horizonte gris no deja visualizar un punto de salida.
Sin embargo ‘La esperanza’ es la última señal que mantiene su luz más allá de la negrura.
Cuando más solo se deje el campo, en toda su dimensión productiva y extractiva, más bocas necesitaran de él, y recién entonces se advertirá el retorno a aquello que por alguna falacia del sistema descuidamos y abandonamos.
¿Quién podría preservar ‘la tierra’ de tanto horror, tanta mentira, intolerancia y enfrentamiento? ¿Quién sino el hombre, salvará al hombre de sus errores y desdichas?
Estos tiempos de pandemia han dejado a la luz grandes interrogantes a nuestro “yo, Yo soy, Yo estoy, Yo quiero…”, ¡No somos nada! Y a la vez somos la única especie responsable en la administración de este habitad que nosotros mismos estamos descuidando (por no decir destruyendo).
Un cambio que llevará muchos años. Es tiempo de dejar de mirarse el ombligo, de reconocer verdades, y de ponerse a trabajar todos juntos bajo la celeste y blanca, la única bandera que nos une y nos identifica, aunque suene como una utopía.