Leaders Climate Summit: Nuevos anuncios que no son lo suficientemente ambiciosos
El pasado 22 de abril, fecha en que se celebró el Día Mundial de la Tierra, inició la Cumbre de Líderes organizada por Joe Biden. Con el fin de impulsar la agenda climática internacional, el Primer Mandatario de Estados Unidos convocó a 40 líderes mundiales, entre quienes se encuentra el presidente argentino Alberto Fernández. Si bien algunos anuncios parecen prometedores, no alcanzan la ambición necesaria para hacer frente a la crisis climática. Acá, un repaso por los puntos salientes de la primera jornada de la Leaders Climate Summit.
Uno de los anuncios más esperados era el nuevo compromiso climático de los Estados Unidos luego de su retorno al Acuerdo de París.
Biden anunció que su país reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero entre 50% y 52% para 2030, en relación a los niveles de 2005.
Que el país con mayor responsabilidad histórica haga una reducción de ese tamaño fue visto como una señal política muy fuerte. Sin embargo, y aunque duplique la meta planteada en 2015, aún no es suficiente para cumplir el objetivo de limitar el calentamiento global por debajo de 1,5°C.
En su turno, Alberto Fernández anunció que la Argentina elevaría su meta de mitigación un 27,7% sobre la de 2016, lo que representa un 2% adicional a la presentada recientemente en diciembre de 2020.
Es una buena noticia que el compromiso argentino siga mejorando. Ahora bien, el Presidente mencionó que lo anunciado hoy es “consistente con la meta de 1,5ºC y la carbono neutralidad a 2050”. No obstante, eso no es suficiente: para cumplir con las metas globales, la reducción de emisiones nacionales debería ser de alrededor del 50%.
Por otra parte, Fernández aseguró que se va a desarrollar el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación, y que será presentado en la COP26 de noviembre de este año. Este plan incluiría una serie de compromisos para orientar el accionar en materia climática, entre los que se encontraría desarrollar al 30% la matriz energética nacional con energías renovables. Si bien no queda claro para qué año se espera alcanzar este objetivo, asumiendo que fuera para 2030, ese 30% sería un aumento de la ambición relativamente modesto. Parece alentador si se piensa que casi triplicaría la potencia actual, pero la realidad es que aún no se han visto señales claras en ese sentido. Además, de acuerdo a los escenarios energéticos planteados por FARN y UNICEN en el documento “Elementos para alcanzar la carbono neutralidad a 2050”, los valores tendrían que ser, por lo menos, de un 50%.
También se anunció el diseño de un plan de medidas de eficiencia para la industria del transporte y la construcción, la adaptación de nuevas tecnologías para reducir emisiones de metano y contaminantes de vida corta y el impulso de la producción y exportación de hidrógeno. Estos mensajes suenan prometedores, pero las nuevas tecnologías para reducir las emisiones de metano están orientadas a la industria del fracking, que es una parte fundamental del problema.
¡El camino a la descarbonización de nuestra economía tiene que considerar el abandono de los combustibles fósiles, no su optimización! Por su parte, la generación de hidrógeno es interesante para la transición energética y un futuro bajo en emisiones, pero es necesario aclarar que solo puede ser parte de la solución si se obtiene a partir de fuentes renovables como la energía solar y la energía eólica, lo que se conoce como hidrógeno verde.
En materia de bosques, el Presidente planteó la intención de erradicar la deforestación ilegal tipificándola como delito ambiental a través de una reforma de la actual Ley 26.331 de Bosques Nativos. No obstante, cabe recordar que esta norma se encuentra vigente, pero desfinanciada y se la implementa de manera parcial. Reformarla no es necesariamente la solución. Lo que urge es hacerla cumplir. Por otro lado, aún cuando la tipificación de este delito es un paso importante, es fundamental impulsar una reforma más amplia que incorpore el conjunto de delitos ambientales al Código Penal.
Finalmente, Fernández mencionó la necesidad de renovar la arquitectura financiera internacional y agilizar la movilización de recursos, incluyendo el pago por servicios ecosistémicos y el canje de deuda por acción climática. La deuda es, sin dudas, parte del problema y de las dificultades para avanzar hacia un modelo de transición. Sin embargo, es fundamental que las políticas acordadas a nivel interno reflejen voluntad para cumplir con los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Tal como planteó hoy el Secretario General de Naciones Unidas en el discurso inaugural de la cumbre, las políticas públicas deben alejarse del apoyo económico a los combustibles fósiles.
Compartimos que la crisis ecológica y la crisis social están unidas, por ello creemos que es necesaria una mayor ambición en las medidas anunciadas como un camino fundamental a una transición de una economía baja en carbono.