El origen de los problemas en Argentina
Estamos en un año de elecciones y en la loca carrera por una banca política, esta vez han sido las extraordinarias estrategias “marketineras”, las que nos han dejado sorprendidos fuera de la política de costumbre. Pareciera ser que vestir un traje y relucir la entrenada retórica en una batalla de candidatos es cosa del pasado, si comparamos el tiempo “off the record” que obtuvieron el último mes un par de buenas nalgas.
Con un sencillo video frente al Congreso Nacional, quedó al descubierto el poder que tienen las redes sobre la memoria colectiva de millones de cibernautas. Viralizando su spot en portaligas, pareciera que inteligentemente se ha recuperado con creces la inversión de campaña, mientras la comunidad whatsappera sigue (y seguirá por largo tiempo) navegando en el arte tanguero de la escultural muchacha.
¿Será que esta nueva moda publicitaria genera apetitosas ganancias? ¿Quedaran fuera de la pasarela prácticas costosas como viajes de campaña u opulentos actos? “Y… ¡Son argentinos! ¿Quién más sino ellos?” dicen en el exterior. Estamos en Argentina, un país donde todo es posible, aunque para pensar en cómo recuperamos la educación, la oportunidad de crecimiento, el salario digno, el incentivo al trabajo, entre muchas otras cosas, es necesario dejar de poner la plena atención en el mundo dibujado en pantallas.
“La historia reúne y la memoria divide” decía Rivadavia; la historia registra datos y los conserva en el tiempo, mientras los recuerdos personales se alteran con nuestras emociones, sesgando las verdades según el contexto. Entonces, para comprender el presente y forjar un futuro realmente sostenible, la memoria individual y la colectiva deben trabajar en conjunto, para no olvidar quien somos, quienes nos rodean, de dónde venimos, y hacia dónde queremos ir.