“Me gusta ver la vida cuando comienza”
María Elena Silva Badilla
Enfermera profesional Artesana
Caminando por las callecitas de tierra en el San Benito, un barrio muy alejado del conglomerado capitalino, me sorprende en el paisaje de construcciones bajas: una pared, una escalera revestida con piedras, me detuve a mirar, con la imagen de Indiana Pucheu en mi memoria, aquella mujer de porte medio europeo, ojos claros casi miel con cabellos rubios, blanquecinos por el tiempo quizás.
Indiana fue una mujer de fuertes convicciones y principios que pasaba largas horas tejiendo, pucho en mano, en su espacio de la calle Teófilo de Loqui al cien, lugar donde aun hoy lucen en el frente, de la que fuera su casa algunos dibujos armados con piedras, que no terminó porque la vida no le concedió más tiempo en esta tierra, recuerdo que me decía… “amo las piedras, parecen frías pero si las juntamos y le damos un lugar, una forma, pasan a transmitir ciertos sentimientos difíciles de explicar…”
Pensé, sentimientos de orfebre, de buscador de oro, de encantamiento… ¡yo que sé!…. Cualquiera podría decir y con fundamento científicos, no son más ni menos que pedazos de rocas con miles de años, que están ahí… allá, en todas partes, pero que difícilmente nos detenemos a mirar cuan bellas son sobre todo si al juntarlas damos vida con su figura a una flor, un pájaro, un paisaje lo que se nos ocurra con en el caso de María Elena, la dueña de la casa donde hoy nos detenemos atrapada por la curiosidad.
“Soy de origen Chileno”,- dice María Elena Silva Badilla – “estoy nacionalizada en este país que me dio muchas oportunidades para desarrollar mis sueños…” en Chile es una costumbre el uso del apellido materno después del paterno, Silva-Badilla., Algo que me parece muy bueno porque la madre se sacrifica tanto, que para mí se merece, incluso le pondría el apellido de la mamá antes que el del papá, sobre todo cuando uno lo ve en el hospital cuanto sufren las mamá, y no solamente en el parto sino mas allá …”
Me siento orgullosa hablar de mis raíces, contarte como y donde nací. Fue en los años sesenta en la Isla Grande de Chiloé, en la ruta cinco, más o menos al kilometro 60 de Qellon: Casi a la orilla de la carretera, a cien metros, entre dos álamos, en una casa muy antigua de madera de tres pisos, “mi mamá fue atendida por una partera, mi papá siempre trabajo en la industria maderera, de hecho tuvo tres aserraderos, por eso amo la madera, el olor de la madera”.
El archipiélago de Chiloé está localizado en el sur de Chile, entre los paralelos 41º y 43º de latitud sur. Comprende una gran isla, la isla Grande de Chiloé, y un gran número de islas e islotes menores.
En los bosques de la Isla de Chiloé hay árboles de todo tipo Canelo, Ciruelillo, Pino, Cipreses, Tiaca, Tepa, Luma que es una madera dura con una tonalidad rojiza, muy parecida al quebracho, estoy orgullosa de haber nacido en ese lugar en medio de los árboles, con los animales, y además, ser Chilota de esencia,… Cuenta Elen
Las iglesias en Chiloé son templos de madera. Construidos en el archipiélago de Chiloé, al Sur del país, y acuerdo a un esquema tradicional que se considera perteneciente a una escuela de arquitectura.
Las construcciones más antiguas aun en pie datan de mediados del siglo XVIII y las más recientes, del primer tercio del siglo XX.
Tus estudios ¿los cursaste allí?
– “Me pongo a pensar y digo:.. Realmente los chicos de hoy tienen una vida regalada, porque sabes tú, que desde donde yo vivía mis padres se mudaron a vivir a un kilometro y medio hacia un bosque nativo que prácticamente no había sido tocado, a un terreno muy grande que compro papá, tendría cinco años cuando me llevaron a vivir a ese lugar. Para ir al colegio teníamos que bajar a la ruta y después de caminar ese tramo de kilometro y medio para tomar el bus que pasaba a las ocho de la mañana. Un bus viejo que salía de la Ciudad de Castro y llegaba hasta Quillon, íbamos como sardinas, y nos llevaba hacia un lugar que se llama “El Pulpito” donde había una escuelita construida en madera con una escalera muy ancha y particular donde nos formábamos para cantar el himno al izar la bandera…”!
“Entre súper atrasada a la escuela porque tendría entre nueve casi diez años cuando empecé porque tuve que esperar que mi hermanita creciera para que me acompañara, nos bajábamos en el cruce de diez liras de Natri bajo y de ahí ya casi noche ir caminando kilometro y medio por el bosque hasta la casa, cuando llovía íbamos chapoteando barro por la senda, eso sí muertas de miedo. Después nos mudamos a Castro hasta los dieciocho, y de de allí me vine a Punta Arenas, donde me case y tuve mis tres hijos.”
“Corría el año 1996 cuando comencé a venir de visita a la Argentina por una chica llamada Clara que trabajaba aquí en la revista “Ventana Abierta”, después me separé de mi esposo y en 1999 decidí venir para cambiar ambiente, conocer otra gente, cuando me vine no tenía nada”.
“En Punta Arenas deje la secundaria por la mitad, pero yo quería hacer una carrera universitaria y cuando llegue a Gallegos pensé, -nada en la vida es fácil- siempre he sido optimista, ya que tengo esta oportunidad, estoy aquí y donde el estudio es gratis voy a estudiar, con esfuerzo todo tiene que salir. Había estudiado corte y confección pero para hacer el secundario aquí había muchas materias que tenía que cursar.”
Con los papeles de la primaria en mano, me anote en el colegio nocturno Manuel Belgrano, un colegio para adulto y ahí termine mi secundario.
El haber terminado la secundaria fue tanta la satisfacción, fue glorioso, ya me sentía preparada para ir a la universidad. Me gusta saber que yo sé, que nadie me está regalando nada.”
“La satisfacción que una puede tener en la vida es saber que tú hiciste las cosas bien, y que lo lograste por tu propio esfuerzo. A todo esto yo estaba haciendo las dos cosas juntas, no me preguntes como las hacías,… porque no sé, estaba terminando la secundaria y me anote en la UNPA y estaba cursando dos materias difíciles, que al final termine haciendo dos cuatrimestrales, porque no pude con las anuales. Terminé junto en el tiempo que me habían dado para presentar el analítico del secundario en la universidad, así que tenía una esperanza más de lograr un grado universitario.”
“Es más cuando niña me acuerdo que fui a un hospital, al ver las enfermeras las vi tan lindas con su uniforme que dije: yo quiero ser enfermera para vestirme como ellas, y bueno estaba entre elegir la carrera de lengua ó enfermería y pensé – voy a cumplir mi sueño, aunque no sé si voy a ejercer, pero voy a cumplir mi sueño, así que elegí enfermería, y me costo, ¡me costó mucho!, empezaba a construir mi casa, luchando con mis tres hijos adolecentes… muy difícil, había que tener dinero… no tenía trabajo remunerado , así que como sabia corte y confección me dedique a ser modista y me llovía trabajo, hubo un momento que tuve que dejar de estudiar porque eran muchas las cuestiones que afrontar y no podía con todo” .
“Pero voy a confesarte algo: los problemas nunca me derribaron… y en un minuto que me quedaba escribía un poemita… por ahí y eso me aliviaba”.
“Yo no podía rendir lo que rendían mis compañeros, jamás me podía poner al nivel de los chicos,” decía – María Elena… “porque ellos cuando llegaban a sus casas tenían la ropa planchada, los van a buscar y los van a dejar., en tanto yo cuando tenía que hacer las practicas irme desde aquí del San Benito hasta la Universidad son 7 kilómetros, para poder llegar tenía que salir a las cinco de la mañana para estar allá a las siete en punto. Sola, con la oscuridad a veces, con barro y muchas veces, créeme que me dije: yo no puedo, pero una fuerza de adentro me decía tengo que poder. Como no voy a hacerlo voy a ser una mujer frustrada sino termino la carrera. Y como si fuera un mantra me repetía a mí misma “esto no me va a ganar… aunque termine no se en cuantos años, pero voy a terminar”… un año que curse ginecología, que es una materia anual bastante complicada y también pediatría y se me interponía… y no podía volver al barrio, porque no me daban los tiempos y como hacia si volvía a casa a las once de la noche.”
“Fue un año muy crítico, porque vivía de la peluquería, de la costura. ¿Como hacia? eso fue en el 2003 que rendí dos materia y en el 2005 a rendir solamente ciencias biológicas, y así después en el 2007 y seguí, después de tener que enfrentar un problema de salud que derivo en una cirugía…. Que me complico en parte mi sueño de recibirme, pero finalmente LO LOGRE soy licenciada en enfermería….”cuenta Elena….
¿Cómo nació tu vocación en el arte de trabajar con piedras…?
“Lo que pasa, es como te digo, cuando uno nace con el arte, tu todo lo transformas, cualquier cosa, más allá de que a mí las piedras me vuelven locas….”
¿Son frías, no se transforman, no se mueven por sí mismas,… que es lo que te atraen?
“No lo sé explicar, tal vez los colores. Me encanta buscar los colores y las formas. Por ejemplo hay piedras que tú te pones a mirarlas y es como que te dijeran algo… esas formas, esos ribetes, para mi todas son especiales. Hay quien me dice -pero que le ves a estas piedras si son feas- y cómo explicarle que para mí no es así, a cada lugar que voy, cada playa, siempre voy a estar encontrando algo diferente, por eso no vas a ver piedras iguales…”
“arboles, búhos trabajados con piedras… ¿Porque? …” No lo sé, me apasiona trabajar con las piedras, busco una forma de comunicar y de comunicarse algo, por ahí uno dice;- ¡ojala me entiendan lo que quise expresar-. Para mí el búho es un pájaro muy especial- dicen que es agorero… yo no lo veo así, es más, es un pájaro nocturno, por ahí se puede interpretar de otra manera. Me encantan sus ojos su forma de girar la cabeza, me gusta. Más allá de que me gustan todos los animales., Sobre todo soy loca por las cabras, los patos y siempre dibujo pájaros. Tal vez sea porque crecí en el bosque.”
“Como Licenciada en enfermería, no tengo especialización, pueden en mi trabajo mandarme a cualquier sector, pero me gusta mucho trabajar en maternidad. Me gusta ver la vida cuando comienza”.
Un poco difícil entender tanta pasión y arte entremezclado, sobre todo en su pequeño pero gran mundo interior que reina en una casa con mucho calor de hogar y un gran mirador que sobresale del techo desde donde se puede apreciar lo que ocurre en una oscura noche de cielo estrellado ó de brillante luna y de día disfrutar de la belleza del paisaje con el sol al oriente ó cuando se escurre en el horizonte por encima de los techos del barrio.
Cuanta calidez existe allí resguardada entre paredes tapizadas con madera y paisajes armados con infinidad piedras que resumen; la dedicación y el esfuerzo de esta mujer por alcanzar sus sueños.