22 enero 2025

Cómo responde la genética triguera en tiempos donde lo que manda es el agua

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Las variedades de ciclo largo son la herramienta clave para la principal región triguera de la Argentina. En el sur de Buenos Aires, Fernando Pavlovich relata su experiencia con los Baguette de Nidera durante la última campaña.

Fernando Pavlovich asesora los campos que La Angelita S.A. tiene en el sur de la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Comandante Nicanor Otamendi, en el partido de General Alvarado, a 38 kilómetros de Mar del Plata. Ahí la prioridad es hacer trigos de ciclos largos y el desafío es lograr que expresen el mayor potencial de rinde.

Fernando Pavlovich asesora los campos que La Angelita S.A

Bajo esta premisa, en la última campaña la superficie del establecimiento fue puesta a prueba con Baguette 802 y 820. El primero, un clásico de Nidera para esta región triguera; el segundo, la variedad que viene a superarlo con mayor rinde y sanidad.

Hace cuatro campañas que en La Angelita siembran Baguette 820. “La primera vez nos trajeron para probar y a partir de ahí vimos que se destaca”, aclara Pavlovich. “Este último año dividimos la superficie de trigo en dos: la mitad 820 y la otra 802. Si estamos apurados para controlar enfermedades vamos primero a 802 y después sin tanto apuro pasamos a 820”, relata el asesor ratificando el aventajado perfil sanitario de la nueva variedad.

Este año pudieron hacer la siembra en la fecha óptima: empezaron el 25 de mayo y terminaron el 20 de junio. Perfecto para estos trigos largos. “Tuvimos mucha sequía que nos agarró en período crítico: en agosto llovieron 30 milímetros, en septiembre 30, en octubre apenas 11 milímetros y recién durante los primeros días de noviembre hubo 20 y después 50 milímetros que nos cambiaron el panorama. En la cosecha, alcanzamos promedios de 6.700/6.800 kg/ha, con picos de 8.500 kg/ha en los bajos y 5.000 kg/ha en las lomas”, dice Pavlovich.

Para acompañar los rindes en La Angelita cuidan la fertilización. “En general el campo está muy bien provisto de fósforo – arriba de 25 ppm-, por lo tanto, hacemos entre 70 y 90 kilos por hectárea de alguna mezcla química que tenga la mayor cantidad de nutrientes. Obviamente lo que más tienen es fósforo pero en general sumamos azufre y zinc. Y en materia de nitrógeno, muy cerca de la siembra hacemos una primera aplicación. Siempre sólido. Nos gustan los que tienen buena granulometría para que la fertilizadora los esparza bien ancho y podamos usar la misma huella que cuando se aplicaron herbicidas. Luego hacemos otra aplicación de nitrógeno en inicio de macollaje y otra a fin de macollaje, casi inicio de encañazón”.

Este año no hubo complicaciones sanitarias. Pavlovich relata que hacen una aplicación de estrobirulinas más triazoles cuando tienen el primer síntoma de una enfermedad. Luego van monitoreando y en E39 hacen una segunda aplicación. El asesor asegura que se los vio totalmente sanos: “En la zona hubo roya del tallo y por suerte acá no apareció nada”.