23 noviembre 2024

Si lo preferías “CORTITO Y AL PIE”, ¿Cerdos para China Made in Argentina?

Acerca del posible acuerdo de producción y exportación de carne porcina a la República Popular de China.

Down, Up, Down, Up, DownSynchronised piglets in a row in Isle of Man, United Kingdom. Photo by: Bruno Guerreiro

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Acerca del posible acuerdo de producción y exportación de carne porcina a la República Popular de China.

Los puntos clave del documento emitido por la FARN.

• La carne porcina es la más consumida a nivel mundial, y China representa casi la mitad de ese consumo. En 2019, el país asiático sufrió un brote de peste porcina africana (PPA) que obligó a sacrificar más de 1 millón de cerdos. El brote hace que Argentina emerja como actor fundamental para China en la provisión de esta carne.

• Actualmente Argentina cuenta con 10 plantas para la faena con fines de exportación de carne a China, 7 de ellas habilitadas a fines de 2019, en respuesta a la apertura del mercado chino, cuando se firmó un Protocolo sobre los requisitos de inspección y sanidad veterinaria específico para la importación y exportación de carne porcina entre Argentina y China. Ahora se suma la posibilidad de firmar un nuevo acuerdo comercial para instalar/ampliar en nuestro país granjas de producción de cerdo que provean al gigante asiático con 900 mil toneladas de carne en cuatro años.

• Lograr esas 900.000 toneladas de carne porcina implicaría incrementar el stock de animales en casi 10 millones; adicionar más de 2.200.000 toneladas de maíz y unas 750.000 toneladas de soja para la alimentación del ganado (lo que a su vez implica sumar casi 290.000 y cerca de 250.000 hectáreas cosechadas de uno y otro grano); duplicaría las emisiones de GEI del sector porcino, y demandaría unos 12.000 millones de litros de agua potable a lo largo de toda la producción, sin contabilizar el agua para la limpieza.

• Poner en marcha el proyecto implica atraer inversiones cercanas a los USD 2.805 millones. Cómo, se desconoce; probablemente de la mano de capitales de origen chino y, en menor medida, a partir de incentivos para el sector a nivel local.

• El proyecto de Acuerdo no contempla estudios previos que permitan medir el riesgo del impacto, establecer una línea de base ambiental, y/o dar participación a la ciudadanía y las comunidades locales. Para peor, existe clara evidencia de la contradicción entre el cuidado del ambiente y la cría de cerdos en China, especialmente en áreas ambientalmente sensibles, cercanas a cursos de agua.

• Frente al actual contexto de crisis económica, la posibilidad de generar unos 36 mil puestos de trabajo puede ser sumamente tentadora, pero lo cierto es que se desconoce de qué tipo de trabajo, en qué condiciones, para quiénes y a qué costo -social, ambiental, para la salud de la población vecina a los establecimientos y en general- estaríamos hablando.

• En términos generales, y dada la experiencia previa en nuestro país, los acuerdos y convenios firmados con la potencia asiática benefician a la parte china con adquisición directa y condiciones preferenciales, cuestiones que generan preocupación por la simplificación de procedimientos y licencias sociales, un beneficio para capitales chinos frente a cualquier otro tipo de inversión.

• Además, los convenios y acuerdos mencionan la importancia del cumplimiento de la legislación nacional; entonces surge la preocupación respecto de si nuestro país está institucionalmente bien preparado para estos acuerdos y si la legislación provee un marco adecuado para regularlos, no sólo en términos ambientales sino también de transparencia y acceso a la información.

• ¿La producción nacional sería capaz de responder a esta nueva demanda? ¿Cuán riesgoso es profundizar el esquema de dependencia de un solo comprador para un producto específico, con las variaciones de los precios agrícolas determinados a nivel internacional y su impacto en la producción no sólo ganadera sino también agrícola, de la mano de la provisión de alimentos para el engorde? A esta altura, son más las preguntas que las certezas.

• Sí es posible inferir que este posible nuevo acuerdo profundiza el patrón de inserción de Argentina en el comercio internacional -con materias primas de origen agropecuario- y mantiene intactas las dificultades en torno a una balanza comercial deficitaria con respecto a China, al tiempo que refuerza una relación bilateral estrictamente basada en necesidades económicas que, tanto a nivel discursivo como en el plano formal, no hace lugar a cuestiones ambientales y/o sociales.

INTRODUCCIÓN
Días atrás, los medios de comunicación se hicieron eco de un posible nuevo acuerdo entre Argentina y La República Popular de China, esta vez para instalar en nuestro país granjas de producción de cerdos cuya carne tenga como principal destino de exportación, precisamente, el gigante asiático.

El pasado 6 de julio de 2020, el canciller argentino Felipe Solá sostuvo una reunión con el Ministro de Comercio de China para tratar los avances del proyecto, cuyo capital de inversión se distribuiría entre Empresas de ambos países. En la información para la prensa N°160/20 del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto se augura que Argentina “alcanzará 900.000 toneladas en cuatro años y en un proceso prudente, supervisando las buenas prácticas e incorporando tecnología de punta para reducir el impacto medioambiental”.

Sin embargo, en una noticia publicada el mismo día por el mismo organismo, la cifra alcanza un valor diez veces mayor; lo que, más que confuso, resulta contradictorio: “La Argentina podría producir 9millones de toneladas de carne porcina de alta calidad y le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años”.

Según el Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, el acuerdo será para la producción de 900.000 toneladas de carne porcina, lo que implicaría incrementar el stock de animales en 9 millones.

La información compartida por el funcionario indicaría que sería un acuerdo con la contraparte de agricultura de China con 3 ejes de cooperación, en tecnología, sanidad y bienestar animal, y un encuentro entre productores nacionales y chinos.

A nivel nacional, implicaría la instalación de 25 granjas por fuera de la Pampa Húmeda de entre 10 y 25 mil madres, y el empleo de entre 300 y 400 personas de manera directa. El principal objetivo de ubicación es el NOA o NEA del país, para agregar valor al maíz que se produce ahí mismo y reducir, por tanto, el costo de flete a puerto. Finalmente, las inversiones serían privadas, es decir que se canalizarían directamente entre actores privados locales y de origen asiático, para la apertura de las granjas y los frigoríficos.

Vale recordar que China es un socio fundamental para Argentina. No solo en lo comercial -recibe el 10% de nuestras exportaciones-, sino también como financiador -invierte en diversos proyectos argentinos- y por el swap financiero (acuerdo firmado en 2014 y renovado en varias oportunidades), que hoy representa el 45% de las reservas del Banco Central.

Y…Para finalizar
¿CERDOS PARA CHINA MADE IN ARGENTINA? (Pág. 13 del acuerdo)
El protocolo establece normas para el transporte del ganado y de la carne porcina; también acerca del procesamiento, el envasado, las condiciones del almacenamiento y la temperatura de la carne, así como sobre los materiales utilizados para almacenarla. La carne deberá estar rotulada en chino, en español y en inglés (con detalle de origen, destino, vencimiento y número de lote, entre otros datos).

En este contexto, también es importante traer a discusión el Memorándum de Entendimiento para la Cooperación en materia de Protección y Conservación del Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible entre el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente de China y la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de nuestro país, firmado en 2018.

El objetivo es promover la cooperación entre ambas partes en materia de protección y conservación del ambiente, con una duración de 5 años, con principal foco en la conservación de la biodiversidad; la promoción de tecnologías medioambientales; la gestión del medio acuático; la gestión de residuos sólidos; el desarrollo y la producción sustentables; las políticas ambientales; las ciudades sustentables; y el abordaje del cambio climático.
FARN presentó un pedido de acceso a la información para que se informe quién fue designado director general por parte de Argentina para la implementación de dicho Memorándum; qué plan de trabajo se acordó para la colaboración continua; y si se tomarán medidas sobre los impactos ambientales de los proyectos vigentes.

La Dirección Nacional de Evaluación Ambiental menciona en su respuesta que no cuenta con la información solicitada.

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