5 diciembre 2024
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Por: Gladis R. Garcia Directora

Hay muchas maneras de evaluar el síndrome “argentina” porque somos apasionados, bonachones, inteligentes. Empero en el lenguaje popular hay otras formas de interpretación posibles, como “pícaros”, ante la controversia de las frases; sí, se puede, y bueno ¡construyamos juntos! ¿Juntos qué?
En un estado donde por naturaleza los cambios de paradigmas de nuestra sociedad no surgen de un día para otro, son parte de un proceso que implica tiempo y construcción colectiva.
Han pasado tres años durísimos; marcados por la pandemia, las peleas políticas, el caos económico en una sociedad dividida entre; laburantes y mantenidos, pero, llega la hora de “El mundial“ y todo se detiene, todo pasa, nos abstraemos y nos olvidamos de tanta locura.
Sin embargo, en cada partido de Argentina, la celeste y blanca se plantó en el corazón de todos por igual, alentando a nuestro equipo en la cancha hasta el grito inconmensurable del último ¡GOOOL! Devolviendo, después de tantos años, la alegría al pueblo de este gran país.
Un triunfo deportivo que perdurará en los anales de la historia de los mundiales, acompañados de la descomunal emoción popular que bien amerita una reflexión de cara al cielo, frente a tanto gris dando vueltas por ahí.
Una felicidad “deportiva” que se revivirá siempre desde el corazón; algo que genera un sesgo en función de lo que la gente hoy quiere escuchar después de tanto festejos, aplacando de alguna forma los grises que quiénes más o quienes menos hemos pasado estos últimos años, razón demás para dejar de observar “los satélites” y aprender a mirar a Dios con las manos en el corazón y LA MENTE EN EL TRABAJO.