21 noviembre 2024

Decir que los campos de té en Shizuoka enamoran sería minusvalorar su espléndida orografía. Y es que estas plantaciones japonesas parecen salidas del lienzo de un gran pintor.

Las impresionantes laderas meticulosamente diseñadas y cuidadosamente decoradas con una exquisita vegetación se funden con una perspectiva singular al imponente Monte Fuji, lo que constituye un destino idóneo para aquellos que anhelan el té.

Shizuoka destaca por sus paisajes marcados por las plantaciones de té  que cubren las colinas de sus alrededores. Gracias a su orografía, los campos de té en Shizuoka producen las mejores variedades de uulongchá, houjichá, sencha, gyouro, kabusechá, genmaichá, bancha, kukichá   y matcha. Esta última variedad es estandarte de la región nipona.

La cosecha en los campos de té en Shizuoka

La planta del té—la Camelia Sinensis—se adapta rápidamente a la geografía, a las diferencias de terreno y al clima existente. El resultado de ello son distintas varietales del té, cada una de ellas con diferentes cualidades organolépticas. Dichas características también dependen del cultivo y de la cosecha final.

En Shizuoka la calidad de sus tés está dada tanto por sus suelos, la altitud y las condiciones climáticas, como por los métodos de cosecha que emplean. Por ejemplo, aquellos llamados “tés de sombra”, como el kabusecha o el matcha, que se encuentran cubiertos con una tela negra entre 14 y 20 días antes de su composición. De esta forma la planta entra en un estado de penumbra, lo que hace que la hoja reciba una menor cantidad de luz y crezca más despacio. El resultado es una mayor cantidad de aminoácidos y pocos taninos, y su sabor dulce natural es un sabor dulce natural, llamado Umami.                          

La cultura del té en Shizuoka cruza las fronteras de sus áreas de actividad. En la ciudad de Shimada se encuentra el museo Ocha-no-Sato. En este templo se vincula al budismo zen con el ritual de la comida de té. Imagen al mar desde los campos de té.

Las especies de té se encuentran cultivadas tres veces al año. La primera se produce a finales de abril y principios de mayo, y ahí se encuentran los llamados Shincha o té nuevos, un símbolo de alta calidad. Con el propósito de preservar la calidad de estos tés, la recolección se realiza a mano, de acuerdo con la tradición. La segunda estancia se produce a comienzos de julio y la última a finales de octubre. Se llevan a cabo ambas acciones mediante un método de recolección industrializado.

Al contemplar el sabor del té, se les brinda a los visitantes una taza, antes de entrar en la exposición. El museo brinda a los visitantes la cultura, las costumbres, la industria y los beneficios del té en Japón y en todo el mundo. En estos lugares también se pueden adquirir tantos tés locales como de otros países.

La composición del té japonés.

El lugar dispone de espectaculares jardines en los que se pueden degustar las comidas de infusiones. Asimismo, cuenta con espacios específicos para la celebración del té japonés tradicional. También se puede ingerir la comida local con productos frescos de la zona en el restaurante adjunto.Los turistas no solo encuentran la agradable comida de té verde, sino que también experimentan la vivencia de elaborar su propio polvo matcha a partir de hojas de té. Para concluir la investigación con un broche oro, se encuentra la perspectiva que ofrece la terraza del museo. Desde aquel lugar se puede apreciar el Monte Fuji, dominando los campos de té de Shizuoka que lo rodean.