8 octubre 2024

Que  cueste  asumir tantos cambios de valor monetario; en la relación costo-producto ¿refleja confusión ó realidad oculta?, Por amplio que sea el debate en el contexto de  hoy, la verdad es que  la realidad supera la ficción. , Empero  el tema de la desvalorización  versus hiperinflación deja una brecha en el debate sobre los valores  versus contenidos que aceleran una loca carrera contra el tiempo al “no va más” y se  baja el martillo sin oferente, ni comprador – No va mas, “No conviene, dejémoslo ahí”, pero quién puede decir ¿cuál es el verdadero valor del billete argentino? el “ilustre” papel moneda, también conocido como: “biyuya, plata, mango ó la tarasca”… terminologías del lunfardismo que  en el mundo de las transacciones quedan a criterio de  cada uno;  en su uso y denominación como más le guste.

En definitiva, no solo se trata más que hablar del “Oro” en su paleta de colores, sino más  bien  el manejo del mismo, generando tantas controversias en el ir y venir en el destino de la humanidad.  

Empero cuesta  tanto ganar legítimamente lo que se consigue por derecho que se contradice con la habilidad de cada uno, en este “paraíso de la pavada”.

¿Suena fuerte verdad?, ¡y sí!, Porque los valores fluctúan de acuerdo a los estatus sociales alcanzados, del cual se desprenden “las arte del  manejo” sobre las necesidades básicas. 

Un premio a la carga horaria por dedicación laboral, suena a un detalle de lujo: “un café y volvemos”, sin  considerar cuan rimbombantes o magros  sean los ingresos, del cual va a depender la calidad de vida de los distintos escalones sociales, versus posibilidades de acceso a la excelencia, confort, disfrute vacacional, estética, medicina,  indumentaria de marca, mejoramiento del capital de producción, poder de inversión en el rubro que corresponda, perfeccionamiento en niveles educativos a partir de la educación básica, claro está.

   Una brecha que varía según la zona de nuestra inmensa geografía con sus cuarenta y tantos millones que canta una verdad, de la que no parece querer debatirse a la hora de sentarse en la mesa, incluyendo, por cierto, el sinceramiento de cada uno, sin distinción de raza, credo, religión ó política.   ¿Hasta cuándo y hasta donde?… sumaremos más necedad, es hora de mea culpa. No hay otra salida más que  hacernos cargo  de lo que nos toca,  y seguir  sin mirar atrás, Lo que fue  hoy parte del  pasado, aunque siempre habrá quien diga “ Ni olvido, ni perdón!”.

Por Gladis R. García