5 diciembre 2024

“¡Qué tiempo tan feliz, vivimos Tú y Yo” | Inés E. Alfaro y Aurelio Conesa

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Historias de vida en la Patagonia…

Fue hace algún tiempo atrás que Nos detuvimos ante una vidriera  de la `Galería Roca´ sobre la  controvertida calle Kirchner, en la que aun se exhiben los maniquíes con lo último de la moda, empero hoy atendido por los herederos de esta historia.. “¡Ahí!  a pasitos no más de la Avenida San Martin. Cruce que marca  el centro neurálgico de  una gran ciudad. Porque de eso se trata, de contar las historias que le dieron color y calor  a  la capitalina ciudad de Rio Gallegos en Santa Cruz.

Mientras observábamos los modelos de la vidriera, en el interior del comercio  se percatan  de nuestra curiosidad y como todo buen vendedor experimentado, el señor mayor  luciendo una  elegante gorra marrón se acerco a la puerta  como disponiéndose a salir y   al vernos nos invitó  a pasar.

Con  el clásico saludo de las buenas costumbres,  enseguida se dispone a vendernos algo… “- ¿qué le podemos ofrecer?, -“No podemos comprar algo que no tiene precio”- , pues solo se trata de  recordar, un poco, lo que fueron aquellos días allá lejos y hace tiempo.

Fue una respuesta  contundente  que provocó  un brillo especial en los ojos de  aquella pareja de abuelos,    sobre el mostrador tenían abierto  el diario “tiempo Sur” donde  el día anterior se  habían publicado fotografías  sobre el festejo de los 90 años Juntos a familiares, amigos  y vecinos

Después, de las formales presentaciones, apareció el mate de manos de Doña Inés  y don Aurelio   que graciosamente saca de su bolsillo  “aquí está mi documento… que prueba los años que tengo” dice, la vieja libreta de enrolamiento,  en la cual estaba  abrochado hasta  el papelito azul donde  constaba  su  última votación…

Así los dos, Doña Esther Alfaro de 83 años (26-04-1935)  y Don Aurelio Conesa de 90, (25-04-1928)  Nos contaron algunas vivencia y anécdotas  de aquellos lejanos días.

Decía Don Aurelio “Acá  el  invierno había que aguantarlo,  hablo de los años, 1.950, 60, hacían  unos 20º  bajo cero. Las estufas eran  a leña,  traíamos los famosos rajones de calafate para quemar y calefaccionar la casa, después vino  el carbón. Fue el ejército Argentino  el que  hizo el ferrocarril hasta el Turbio, en la época del General  Perón”.

El Ejército marcó su impronta

“Fué Militar (retirado), egresó de  la escuela para sub-oficiales,  Sargento Cabral  como Cabo  y después fue ascendiendo.  Estuvo destinado   en  el General   San Lorenzo cerca de Rosario y en 1951 ó 52,  más o menos

“Vine –decía- destinado aquí a Rio Gallegos. Fui conductor motorista, manejaba los Unimoc, los tanques. Tenía fotos de cuando estaba  con los tanques, esa era mi especialidad.

“En Villa Martelli  aprendí a manejar los tanques siendo aspirante en la escuela de Tropa mecanizada “Germán Ferdinad Tank”.

Cuando  yo entré a la escuela militar, no había camiones,  había caballos después se motorizo. “Cumplí mis funciones en varios  destinos como: Comodoro Rivadavia, Rosario, Buenos Aires.”

Según  contaba Don Aurelio, eran épocas  en las que muchos jóvenes soldados aprendían a leer y escribir en el Ejército.

 “…Sí, porque antes el servicio militar era muy estricto y los que venían del campo a incorporarse generalmente no sabían ni leer, ni escribir.  Entonces; se les enseñaba, se los instruía  a todos por igual, rico o pobre, de una manera  que sabían respetar, sabían todo, hoy ya no es así.  Aquí venían de muchas provincias a cumplir con el servicio militar”.

Momento en que se construyo el puente de Güer Aike...

Recuerda don Aurelio.

“El puente de Güer Aike   lo construyó  una empresa,  porque antes había un pasadizo, un puente  chiquito allá por  1955, 1958,  ó en 1960, más o menos, pero puede ser que el ejercito haya colaborado en algo, ya de eso poco recuerdo”.

“Hubo una época en la que se decía que venir a la Patagonia era un destino de castigo.-  si bien había que poblar, se destinaba a los que por alguna cuestión eran castigados”

“No, no creo tanto así….  El vino porque había poca gente y se necesitaban más militares…” comentó  Doña Inés.

El  Amor por carta

El correo, ¡las cartas!, “Envíale una misiva” como se solía decir. Iban y venía la correspondencia escrita,  con un cierto período de tiempo  entre punto y punto. En el medio habitaba la imaginación  y la esperanza firme de una respuesta,  que sea cual fuere se disfrutaba o  se afrontaban los dichos con  la entereza  que ofrecía la cultura social del momento.  Doña Inés Alfaro  hace su aparición en el escenario patagónico,  mucho después  de quedar huérfana de padres y por  una  invitación de una hermana casada con Don Héctor Zarate, Militar que  también cumplía por aquel  entonces su función en Santa Cruz  junto a su Camarada el sargento Aurelio  Conesa.

Doña Inés Llega a Rio Gallegos en un vuelo de Aerolíneas, al aeropuerto de lo que es hoy la ex armada.  Feliz por el reencuentro familiar y más allá  del  típico vientito “fresco” que corre  casi a ras del suelo y que congela hasta el tuétano, sino se toman los recaudos para ello.´-

De  aquel paseo patagónico doña Inés  se llevo consigo la marca  profunda del flechazo certero de Cupido.  Dos encuentros más en tres meses, harían que Don Aurelio  de  treinta y tres años con los permisos  de estilo, formalidad y  atuendo militar de rigor   junto a su “muchachita” Inés  de veinticuatro años  ambos dieran el sí ante Dios y los Hombres.

 Después de andar tantas distancias,   poco le preocupaba a Aurelio   si los hechos  de tal  acontecimiento  aquel 1º de Julio de 1959 serían en el registro Civil de Lanús Este y   por la  Iglesia del Sagrado corazón en Lanús Oeste tal y  como fue, porque él  se sentía muy preparado para afrontar una familia.,  RECORDABA DON AURELIO en nuestra charla, que con graciosa picardía,   reminiscencias de un vocabulario militar   dice desde la otra punta del mostrador –“ yo  me dije para mis adentros “es muy linda y yo la voy a instruir y  ella murmura la respuesta a nuestra pregunta – ¡tres meses de conocerlo y Me casé!… -¿Tan segura estaba ?…. No sé, como yo estaba tan solita, ya no tenía  mis padres, para mí era como un príncipe….”

Los Conesa de regreso Rio Gallegos: y quien instruye a quien

Las cartas  se dieron vuelta, si recordamos  la frase de don Aurelio -` yo la voy a instruir…´ porque  “su Inés”  quería a su hombre todos los días cerca suyo,  quería  un proyecto de vida distinto… sin guardias, sin ausencias, quería codo a codo  forjar su historia de trabajo amor y familia juntitos,  así fue que  llego fin de año  y la decisión estaba tomada. Don Aurelio, el Sargento Aurelio pedía la baja y comenzarían juntos una nueva  forma de enfrentar la vida desde lo económico.

-“…Y  nos fuimos con 360$ a la calle.  Era poco pero en esa época rendía”.

 Así que los primeros tiempos yo Salí de vendedor ambulante, pero está bien preparado para afrontar un hogar. Empezamos así,  de  a  poquito  a vender ropa y yo ya tenía titulo (dice Doña Inés)   y siempre anduve detrás del rubro  de la vestimenta.”

-“Estuvimos mucho tiempo en el Hotel Rawson, que ya no existe más,  y después nos mudamos a una casita de chapa detrás del hotel colonial. Después tuvimos un socio y nos dedicábamos a vender las heladeras Aiklar,  ya eran eléctricas,  las primeras  que llegaron acá las trajimos nosotros. Ósea agrandamos el rubro, era comercio  dedicado a todos los artículos del Hogar.”

– “Pero el socio venia cada tanto con su esposa se alojaba en  hotel., El vivía a   todo confort.  ¿Y nosotros qué?  Trabajamos tanto, tanto y seguíamos viviendo en la misma casita. ¡En una casita de chapa!.. Entonces dije: no, se acabo el contrato y le hice disolver la sociedad y seguimos solos   seguimos vendiendo ropa, después pusimos un localcito. El comercio nuestro siempre se llamo igual “Casa Conesa” por el apellido de mi marido…”

 Y en forma de gracioso reproche le dice: “¡Claro! Conesa nunca decir Santa Inés… ¡no, nada!, el se acostumbro porque era su apellido”  surgieron inevitables carcajadas   entre  los presentes.

DESPUES….Llegaron los tres  hijos, pero la preocupación de esta madraza, aun hoy   sigue.

“… Marcela, que nació en Sarandí  Pcia. Buenos Aires,  Betina y Marcelo, el más chiquito, que aun   no lo puedo casar… los dos nacieron acá  en Rio Gallegos.”

Y la frutilla del postre en este interview  fue El orgullo a flor de piel

“Yo Aurelio, fui  militar por vocación,

 Pedí el retiro, ¡sí!,  pero por más que me haya ido  sigo defendiendo el ejército aunque  que ya no sea parte de la Institución